martes, junio 27, 2006

FIN DE CURSO

El último día de clase fue de lo más ameno, tuvimos de todo: a primera hora nos vimos la peli “Un canguro super duro” que parece que les gustó porque las fieras rugían en los momentos más emocionantes. Estaban todos los alumnos del ciclo, 75 para ser exactos, se puede uno imaginar cómo estaba el patio de butacas. Lo montamos en el teatro con una pantalla super grande y un videoproyector, vamos que parecía un cine de verdad.
Después de ver la peli, un grupo de niñas había ensayado unos bailes que nos hicieron mover el esqueleto en el teatro con luces y toda la parafernalia que necesitaban para su actuación; la verdad es que lo hacían muy bien, algunas mejor que estudiar.
Y por último tuvimos una fiesta de patatas, gusanitos, cortezas.....y refrescos para celebrar las vacaciones. Se pusieron hasta las cejas de todas esas guarrerías que venden en los frutos secos y que les gusta tanto, vamos que parecía que no habían comido en su vida. Cuando ya la cosa empezó a derivar en la batalla campal de cortezas y panchitos vimos que era la hora de subirnos a clase para acabar de rematar la faena: “Las notas”
Y ahí fue el momento más decepcionante para algunos, sobre todo los que no habían pegado un palo al agua, no sé por qué extraña razón creían que iban a aprobar sin haber trabajado y sin abrir un libro. Los demás, los que se lo habían currado, estaban más contentos que unas castañuelas y haciendo la lista de los regalos que iban a pedir por haber hecho bien su trabajo. Pobres padres, lo caro que les sale que sus hijos aprueben.
Y en ese momento tocó la sirena y salieron escaleras abajo chillando y cantando a voz en grito. Yo me senté un momento en la silla para hacerme a la idea de que ya no tendría que aguantar el rugido de la marabunta y relajarme un poco, que la mañana había sido muy movidita.
Y así, yo también me fui despacito y me di un homenaje tomándome una caña con los compas para celebrar que las clases habían por fin terminado.

miércoles, junio 14, 2006

EL PATIO

El patio de mi colegio, mejor dicho, el patio del colegio donde trabajo impartiendo clases es un patio de lo más particular, como me recuerda una canción infantil; allí se dan cita a la hora del recreo 600 niños de edades comprendidas entre 5 y 12- 13 años.
Pero creáis que se mezclan, no, cada ciclo juega en un determinado lugar que ellos mismos han prefijado, pueden hacerlo por todo el patio. Lo único que está repartido son las canchas de deporte.
Los mas pequeños cuando llegan al colegio se reúnen en la zona de arena y allí juegan con cubos y palas igual que en una playa; pero no duran mucho porque poco a poco empiezan a hacer incursiones y explorar todo a lo largo y ancho de todo el recreo, y pasado el primer trimestre ya no quieren permanecer en la zona de "los pequeños", se van de excursión y se adentran en todos esos espacios para ellos desconocidos.
Y los mayores, ¡ay! esos, campan a sus anchas por la zona de las pistas imponiendo su ley, que es la de" como soy el mayor, me toca jugar a mí y tú te fastidias"; todos los días hay discusiones por la zona de futbol, y eso que tienen repartidas las canchas por ciclos, pero es la ley del más fuerte.
Los que son del 2º ciclo no creáis que se dejan intimidar, luchan por sus derechos como jabatos.
Cuando me toca guardia en el patio de recreo, y eso es dos días a la semana, es un verdadero martirio, sobre todo ahora que ya finaliza el curso. Los pequeños se meten con los mayores y les incordian, los mayores abusan de su fuerza y les dan collejas, las niñas pasean y juegan a la goma, y algunas se sientan para oír música en su MP3. En fin, los más pesados sin duda son los infantiles, que te tienen hasta la coronilla con: "que no me deja jugar....", "que no me ajunta....." “ que me ha dicho pu... y lo que sigue...”, “ que me ha dado una patada en mis partes”
Os podéis imaginar que es un no parar y no te dejan ni comer la manzana de media mañana, a veces se te atraganta, y eso sin contar los balonazos que te arrean sin cesar cuando estás en la zona de las canchas .
Pero que queréis, me encanta mi trabajo y no lo cambio por nada, aunque si cambiaría a algunos pelmazos que te tiran de la chaqueta para que les hagas caso.

Diario de una maestra

Diario de una maestra